30 noviembre 2007

Mente abierta


"El adulterio es justificable: el alma necesita pocas cosas; el cuerpo muchas".

George Herbert (1593-1633) Poeta religioso inglés.


Esta vez tocaré un tema bien complejo y mundano, las relaciones de pareja y la infidelidad.
Como no soy psicólogo ni nada por el estilo, no pretendo escribir un tratado sobre relaciones sentimentales; mas bien aspiro abordar el tema desde la óptica del ciudadano corriente, aquel que se enamora, sufre y llora, se desenamora y ¡Oh sorpresa!! Se vuelve a enamorar.
Hace unos meses leí un libro llamado Dulces degenerados de Marco Vassi, que relata la historia de un tipo bastante libertino – para utilizar un término moralista – cuya única preocupación en medio de sus aventuras amorosas y sexuales, es la fidelidad de la única mujer que logra desestabilizarlo, pues a pesar de que el personaje es bisexual y tiene encuentros íntimos tanto con hombres como con mujeres de todos los tipos y edades, él solo tiene memoria para ella.
No importa el tiempo transcurrido, las camas revolcadas, los polvos echados y recibidos, este personaje siempre vuelve a ella, retorna para sentir paz, sosiego en los pechos de la fémina que lo estremece, que hace que sus piernas se debiliten con tan solo escuchar el sonido de su voz al teléfono, la que causa ese temblor en su cuerpo al hacer el amor, aquella que no puede ver como otra cosa que el ideal de copula celestial.
Y tal como si de una droga cualquiera se tratase, aparecen las tinieblas, surgen los demonios, una vez saciada la urgencia testicular emerge el incubo que tortura su mente una y otra vez…....¿ En mi ausencia, lo habrá hecho con otro?, Y si lo hubo, ¿ Lo hará mejor que yo?, ¿ Gemirá de placer con la misma intensidad que lo hace conmigo?, ¿ Estará él, mejor dotado que yo?, Y si lo está, ¿ Su arma le hará conseguir múltiples orgasmos?.
Empiezan las dudas como un aquelarre fantasmal, a reunirse en su cabeza y a desaparecer todo vestigio de tranquilidad y armonía en su ser, él trata de mantener la calma, sabe que si deja salir a flote su incertidumbre, será inmediatamente acusado de posesivo, de machista y celoso compulsivo, así que no tiene otro remedio que morderse los codos del alma, respirar profundo y sufrir en silencio la tortura.
Y como este personaje, muchos nos hemos visto en una situación así o al menos parecida, donde ellas son el objeto de nuestro deseo y causa de nuestro dolor, supongo que a ellas les sucederá lo mismo de vez en cuando.
¿Por qué nosotr@s somos tan posesivos? – utilizo el arroba porque esto va para todos – ¿ por qué a pesar de que hacemos lo que hacemos, así sea solo desear en el pensamiento a otr@s, queremos – y esto no es negociable – que nuestra pareja jamás quiera mirar a otr@?. No se que sucederá en el futuro, pero creo, que poco a poco debe pensarse en nuevas formas de relacionarse, sin llegar al todos contra todos o al libertinaje total, pero que impliquen una nueva visión del hombre moderno y la libertad, los intercambios de pareja están de moda y ofrecen una solución a la vista, les dejo la inquietud.








Lo mismo que hacemos todas las noches Pinky, tratar de conquistar al mundo .




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